Tortura sexual, fenómeno frecuente en contextos de militarización; ejército y federales implicados: activistas

Por: Edgar Rosas / 29 junio, 2015

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Ilustración: Pe Aguilar

(29 de junio,2015).- El tema de la tortura sexual en México es una de las problemáticas que se encuentra muy poco visibilizadas en el panorama nacional  y que de acuerdo con diversos expertos, en contextos de militarización como el que vive el país, se presenta frecuentemente.

Al respecto, Nancy López, abogada de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), aseguró que el fenómeno de la tortura sexual hoy en día se encuentra muy escondido y que se presenta “más de lo que la población se imagina”.

En lo referente, la jurista añadió que contrario a la creencia, esta clase de prácticas no se presentan sólo en escenarios de “conflictos armados abiertos”, sino en situaciones donde existe una política de seguridad pública estricta. Además señala que esta clase de eventos se da en mayor medida cuando se trata de detenciones de mujeres.

“En 19998 con la sentencia de Jean-Paul Akayesu, se validó lo que ya se sabía, que en todo conflicto de contexto armado se da el uso del cuerpo de la mujer como una herramienta de guerra. Lo que es cierto y lo que hemos observado desde la CMDPDH a lo largo de nuestros 25 años es que esto no es una cuestión exclusiva de contextos de conflictos armados abiertos como tal, sino que en todo los periodos en donde hay políticas de seguridad pública estrictas, donde hay operativas de seguridad pública, donde hay contextos de militarización, la detención de mujeres y el uso de la violencia sexual es más común de lo que nosotros imaginamos”, manifestó.

Aunado a lo anterior manifestó que si bien la tortura sexual también se da en los hombres, “lo que es cierto es que cuando una mujer es la que está siendo detenida existe una alta probabilidad de que sufra algún tipo de violencia sexual al momento de su aprehensión”.

En tal sentido, Nancy López comentó que en las últimas dos décadas la organización a la que pertenece a podido documentar casos de tortura sexual en diversas etapas en México. Explicó que uno de los momentos en donde se detectó la práctica de la tortura sexual fue durante el levantamiento zapatista en Chiapas, en donde elementos castrenses violaron a mujeres indígenas con el objetivo de obtener declaraciones.

“En la CMDPDH hemos podido documentar que hay casos en todos los periodos. Tenemos casos de tortura sexual cometidos en contra de mujeres indígenas en el periodo del EZLN. Cuando el estado de Chiapas se militariza, era común el uso de la práctica de la violencia sexual y la violación sexual para obtener confesiones sobre quienes pertenecían al EZLN. Este es el caso de las hermanas Gonzales Pérez, un caso que tiene informe de admisibilidad y fondo en la CIDH y en el cual las tres mujeres indígenas que fueron víctimas de violación sexual por parte de integrantes de la Sedena llevan más de 20 años en busca de justicia, verdad y reparación”, comentó.

Asimismo mencionó que desde el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón Hinojosa casos de tortura sexual también se han dado, en donde elementos de la Policía Federal y de la Secretaria de la Defensa Nacional (sedeña) han sido señalados como responsables de esta clase de actos.

“Este es el caso de la señora Miriam Isaura López Vargas y el caso de Verónica Razo Casales, ambas mujeres detenidas en el contexto de la guerra contra la delincuencia, una de ellas detenida por la Sedena, la señora Miriam, y por policías federales en el caso de Veronica. Ambas fueron detenidas ilegal y arbitrariamente. Fueron llevadas a instalaciones, la primera a cuarteles militares y la segunda a instalaciones de la ahora extinta AFI. Ambas durante el trayecto de la detención y hasta la permanencia tanto en cuartel militar como en las instalaciones de la PF fueron constantemente humilladas y victimas de diferentes insultos estereotipados por parte de las policías y militares. Con ello me refiero  a que en constantes ocasiones se hacía referencia a insultos sexistas; ya en periodo de arraigo a amabas se les señalaba que estaban ahí porque se lo merecían o cuando eran violadas sexualmente se les hacía referencia a que incluso les gustaba”, indicó.

López sentenció que esta clase de actos son una muestra de la violencia ejercida de manera institucional por parte de las autoridades mexicanas, además que: “es un ejemplo de los estereotipos de la misoginia, de la violencia hacia las mujeres que en estos contextos de especial vulnerabilidad, como son las detenciones, se ven exacerbados y que tienen como mayor expresión el hecho de torturarlas, violarlas y obligarlas a confesarse culpables de crímenes que no cometieron”.

“En el caso de Miriam Isaura López Vargas afortunadamente y luego de un proceso complejo se encuentra en libertad buscando reparación y justicia. No obstante en el caos de Verónica ella ha permanecido por más de tres años en prisión preventiva sin una sentencia y además padeciendo las consecuencias físicas y mentales de la tortura. Con ello me refiero a consecuencias físicas severas como dolores en diferentes partes del cuerpo, y psicológicas como padecer depresión profunda y deseos de suicidio constantes, en consecuencia no sólo de la violencia y la tortura sexual sino por la prisión prolongada en condiciones de tratos crueles, inhumanos y degradantes”, dijo.

La abogada señaló que las mujeres que son víctimas de tortura sexual, se enfrentan no sólo a las consecuencias de padecer prácticas como las antes mencionadas sino que además son sujetas a un proceso penal, muchos de ellos con base a confesiones obtenidas gracias a la tortura.

“(Las mujeres víctimas) están sujetas a un proceso penal en su contra, lo cual les genera incertidumbre sobre su libertad, genera incertidumbre sobre la forma en que van a poder solventar un proceso penal que en la mayoría de los casos es muy costoso sino es que no tienen el acompañamiento de una organización. Tenemos también el problema de que muchas de ellas son madres que se preocupan constantemente por sus familias. Hemos podido observar que en el caso en donde las víctimas son hombres, existe toda una red familiar de apoyo, pero en el caso de mujeres víctimas en la mayoría de los casos quienes asumen la defensa de las mujeres son sus propias madres. También se enfrentan de que en caso de ser encontradas culpables se enfrentan a penas de hasta 60 años porque todas estas detenciones de intenta vincular con el crimen organizado”, expuso.

De igual forma manifestó que en esta clase de acciones en donde se presenta la tortura sexual existe toda una red de colusión entre autoridades que inhibe la detección oportuna de esta clase hechos y por ende el castigo a los responsables.

“En este tipo de casos es muy común que existe toda una red de colusión por parte de autoridades, no solamente es aquel que detiene ilegal y arbitrariamente, es la presentación ante un juez que no valora las condiciones en las que son presentadas las personas, que además autoriza que la persona se encuentre hasta 80 días en situación de arraigo. El arraigo ahora sabemos es el espacio ideal para cometer otras violaciones a DDHH, porque la mayoría de los actos de tortura y violación sexual ocurren durante el periodo de detención, y durante el periodo de arraigo son 80 días en los que perfectamente pueden sanar lesiones físicas visibles y en la cual pude ser más complicado para un perito el certificar las lesiones físicas visibles, aunque siempre está el impacto psicológico”, aseveró.

Militares y policías federales principales responsables de tortura sexual

Gabriela Carreón del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro-Juárez habló sobre la campaña “Todas juntas contra la tortura sexual”, la cual, dijo, busca visibilizar esta práctica a nivel nacional, misma que “es generalizada y llevada a cabo ya sea por policías, militares o marina, que son las elementos que generalmente realizan estos actos”.

Aunado a lo anterior, Carreón añadió que han podido detectar que la tortura sexual es acompañada de insultos y expresiones basadas en los estereotipos.

“Nos hemos dado cuenta de prácticas que se realizan constantemente, por ejemplo algo en tortura sexual es el empleo de estereotipos o roles de género. Los actos realizados por policías o militares son acompañados de expresiones como: esto te pasa por no estar en tu casa, o esto no te hubiera pasado si estuvieras lavando los trastes cuidando a tus hijos”, comentó.

De igual forma, apuntó que como en otras violaciones a derechos humanos, en el caso de tortura sexual impera la impunidad, además de un mal trato a las víctimas que intentan denunciar esta clase de hechos.

“Es muy frecuente que la cronología cuando se comete esta clase de actos sea la siguiente: una detención ilegal, incomunicación prolongada, que es cuando mayormente curre la tortura sexual, seguida de presentación tardía. Estos patronees se repiten (…) ¿Qué actos son constitutivos de tortura sexual? A veces nos encontramos con la idea que tortura sexual puede ser sólo una violación sexual, pero no va más allá y se puede visibilizar en actos de violencia física, psicológica, emocional, incluso amenaza de una posible violación, la desnudez forzada, trabajos forzados. En esto último en algunos caso veíamos que tomando esta parte de estereotipos y roles sociales (a las víctimas) las obligaban a hacer trabajos, por ejemplo las obligaban a lavar la ropa de sus aprehensores o de las personas que las habían detenido”, expresó.

Por ultimo habló sobre el papel de los organismos protectores de derechos humanos ante esta clase de fenómenos. Indicó que es necesario una participación más eficaz para atender la tortura en general. Mencionó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se ha visto limitada, pues en 3 ocasiones que han acudido a ese organismo, sus integrantes afirman que no realizan el Protocolo de Estambul.

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